Los lobos no piden perdón, Miguel Conde-Lobato
El thriller revelación para los lectores que piensan que lo han leído todo.
Adictivo, impactante, sorprendente.
Cuando el periodista recibe la propuesta, llega inmediatamente a un acuerdo con el diario más influyente del país, que le ofrece publicar en portada las crónicas de sus encuentros en la prisión. Sabe que está ante la oportunidad de su vida, pero también que está siendo utilizado. ¿Por qué ha decidido el acusado confesar sus crímenes? Y, sobre todo, ¿por qué ha decidido contárselo todo precisamente a él?
Así arranca esta historia llena de giros inesperados que lleva al lector hasta un desenlace imposible de olvidar. Una gran novela que supone el debut de Miguel Conde-Lobato y, al mismo tiempo, su inmediata consagración como uno de los mejores y más originales escritores de thriller de nuestro país.
Lo que sí
- La pregunta inicial
- El desarrollo de la investigación
- El inspector Vera
- La imagen que ofrece sobre el periodismo actual en manos de los likes
- El porqué del giro final
Lo que no
- La mayoría de los personajes secundarios
- La manipulación
- El giro final
Los lobos no piden perdón, de Miguel Conde-Lobato. Sí, pero no.
Comencé esta novela con muchísimas ganas, lo admito, Juan Gómez-Jurado la recomendaba con vehemencia, y Montse Martín hacía lo propio en el blog de Escaparte Literario, y ambos (sobre todo ella) son voces a las que hay que escuchar sí o sí cuando se habla de este género. Así que me lancé a leer en cuanto pude. Y no puedo decir que me arrepintiera, pero sí que me decepcionó un poco.
Es indudable que la premisa de la que parte la historia es muy buena: un cruel asesino en serie, que resulta ser el mismísimo ministro de justicia, es detenido por la policía, y solo se presta a hablar con un periodista mediocre sin relevancia. ¿Por qué? ¿Qué es lo que va a contar?
La idea es muy buena, como digo, también la investigación que dicho periodista va desarrollando a partir de lo que le cuenta el asesino, investigando a las víctimas y los motivos que pueden ocultarse detrás de los asesinatos hasta un final que, afortunadamente, también es muy bueno.
Mi problema viene de dos elementos: primero, los personajes secundarios me han caído como una patada en la boca, prácticamente todos (a la novia de Carlos le daba dos tortas que me quedaba como una reina); segundo, no soporto que me manipulen.
Me explico. No me gusta que me manipulen y, si lo hacen, al menos espero que no se note. Sin embargo, esta novela es un ejemplo de manipulación exhaustiva y evidente desde la primera página. Me gusta mucho que un libro me haga pensar en algo, un tema, una polémica, una idea en la que no había reparado hasta el momento; pero si esto no es una sugerencia sino una obligación, insistiendo una y otra vez en que pienses en ello, que pienses en ello, que pienses en ello; y encima no me deja pensar lo que yo quiera sobre ese tema, sino que te da masticadita la conclusión a la que debes llegar, no me gusta. Y eso es lo que pasa. Y se nota. Y cansa. Y cuando piensas en el porqué de esa insistencia, tú mismo destripas el final de la novela. Y todo se va a la porra.
Así que una historia que lo tenía todo para engancharme me perdió durante las primeras doscientas páginas. Por suerte, vuelvo a repetirme, la historia es muy buena, de modo que a partir de ahí, cuando las bases de esa manipulación ya estaban asentadas y pudo desarrollarse la trama, me volvió a recuperar, mejorando por momentos hasta un final que compensa todo lo demás.
El autor: Miguel Conde-Lobato
Nacido en Venezuela, en 1973, Miguel Conde-Lobato ha dedicado su vida al mundo de la publicidad, como director creativo, productor y realizador de cine publicitario.
Además de esta novela, ha publicado dos ensayos, Target: Manual de instrucciones y Knowcosters, cuando el Low Cost es el mal.
La trama
Onofre Castro, ministro de justicia de un gobierno conservador y fiel defensor de la reinserción social de los presos y el ablandamiento de las condenas, es detenido como autor de siete tortuosos asesinatos a mujeres. Todas las pruebas están en su contra, y es más, él mismo no tiene ningún problema en confesar su culpabilidad. Ahora bien, si quieren que hable, solo será con Carlos Wolverine, un periodista como tantos otros, sin mayor fama ni relevancia mediática, que ve en esta extraña petición su gran oportunidad para saltar a la palestra y cumplir su sueño de convertirse en un gran periodista.
A lo largo de varias semanas, asesino y periodista se reúnen en la cárcel de Teixeiro para que aquel explique su visión del mundo, las penas a los presos, las pensiones, el maltrato a las mujeres, la pena de muerte… Y Carlos, dando voz al asesino para morbo y desprecio de todos los que compran su periódico cada día. Ya no es un periodista desconocido, ya ni siquiera es, simplemente, un periodista, ahora es una celebridad en sí mismo, con todo lo que eso implica.
Los personajes
- Carlos Wolverine. De no ser nadie a firmar autógrafos. Un periodista mediocre convertido en gran estrella mediática. Este pobre hombre, sin una gran personalidad, se ve arrollado por el huracán Onofre Castro y ve cómo todo lo que gana se compensa con lo que va perdiendo por el camino a la fama.
- Onofre Castro. Admirado por toda la esfera política nacional, de un bando y de otro. Un hombre serio, responsable, moderado, bien educado, que luchaba porque los presos fueran reinsertados en la sociedad en lugar de pudrirse en cárceles sin esperanza. ¿Un asesino? Nadie se lo cree, pero sus palabras no dejan lugar a dudas, sobre todo cuando no se corta a la hora de humillar y despreciar a sus víctimas.
- El inspector Vera. La policía está harta de ser el malo de la película, y con la detención de Onofre se han convertido en unos héroes. Poco le importa esto al inspector Vera. Pragmático, realista, acostumbrado a enfrentarse a lo peor del ser humano y a saber que unas veces se gana y, la mayoría, se pierde.
En resumen: Los lobos no piden perdón
Conde-Lobato nos presenta una historia de suspense muy interesante, que no un thriller, por mucho que lo vendan así, pues es lenta y pausada como ella sola. La idea es muy buena, las reflexiones que nos obliga a hacer son, no solo interesantes sino necesarias, y el modo de obligarnos a pensar en casi todo lo que define nuestra sociedad a día de hoy se agradece.
Si no fuera una obligación.
Lo siento, sigo pensando que esa manipulación evidente fue lo que me hizo prever el giro final de la novela cuando no llevaba ni un diez por ciento. Una lástima, porque es para dejarte con la boca abierta. Al menos, luego la explicación es magnífica.
Si te gustan las historias de suspense realistas y que te hacen (te obligan) a pensar, esta te va a encantar.
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Un abrazo, y felices lecturas.