A raíz de la publicación de mi última novela, Espira, varios lectores se han acercado a mí para compartir la imagen mental que tienen sobre sus protagonistas. A qué actor elegirían para interpretar tal o cual papel o cómo se imaginan a Kathleen. Por supuesto, yo tengo mi propia imagen de cada uno de los personajes que escribo; en ocasiones son rostros famosos, de actores que todos conocemos, y en ocasiones, no, simplemente son rostros que guardo en mi imaginación, porque nadie encaja del todo en la imagen que quiero crear. Por ejemplo, Daniel Ryman es un actor muy famoso. Kathleen y Jason están basados en otros dos, pero no lo son, exactamente. Y Zed, de mi novela Zed está muerto, no luce el rostro de nadie real; Zed solo existe en mi cabeza.
Y es que la magia de la lectura radica en la capacidad de los libros para llevarnos a mundos de ficción y presentarnos personajes que, de alguna manera, se vuelven reales en nuestra mente. Es una experiencia única en la que nos sumergimos en la trama, comprendemos los pensamientos de los protagonistas y, a menudo, imaginamos sus rostros.
¿Pero por qué tendemos a dar forma visual a personajes de ficción?
Imaginación activa
La lectura es un ejercicio para la mente. Cuando leemos, nuestra imaginación se despierta y crea de la nada imágenes vívidas y personajes que cobran vida para nosotros. Los autores podemos dar pistas a través de descripciones detalladas, pero la mente del lector juega el papel principal a la hora de rellenar los detalles visuales que faltan. Esta capacidad de “ver” a los personajes en nuestra mente es lo que hace que la lectura sea tan personal e inmersiva.
Descripciones y sugerencias del autor
Las descripciones de los personajes que proporcionamos los autores tienen un impacto significativo en la percepción de su apariencia en la mente del lector. A menudo, las palabras actúan como semillas. Un personaje descrito como “alto, de cabello oscuro y ojos penetrantes” generará una imagen diferente que uno descrito como “bajo, con cabello rizado y lentes”. ¿Significa esto que todos los lectores lo vayan a ver igual? En absoluto. ¿Significa, siquiera, que si yo digo que es alto, de cabello oscuro y ojos marrones, el lector no vaya a ver a rubio bajito? Tampoco. Cada uno imagina lo que le da la gana, y me parece muy bien.
Influencias culturales y personales
El propio bagaje cultural y las experiencias personales del lector pueden influir en cómo imagina a los personajes. Lo que parece “atractivo” o “imponente” puede variar según la cultura y las experiencias individuales, lo que llevará a interpretaciones diversas de un personaje basadas en la perspectiva del lector.
Interpretación subjetiva
La interpretación visual es subjetiva. Cada lector puede tener una imagen diferente del mismo personaje, y esto da lugar a debates y discusiones apasionantes entre los lectores sobre cómo se ve uno u otro. ¿Tiene el pelo rizado o liso? ¿Son altos o bajos?
Adaptaciones cinematográficas
Este uno de los motivos por los que no me gustan las adaptaciones de libros al cine. Las películas y series basadas en libros pueden influir enormemente en la percepción de los personajes. Los actores elegidos para interpretar a los personajes a menudo se convierten en las caras que asociamos a ellos. Y puede ser que salga bien, que haya un respeto hacia la obra y el autor y la persona elegida se ajuste perfectamente al personaje que debe interpretar o puede ser todo lo contrario, que no tenga nada que ver con lo que el lector se haya imaginado
Creación de una conexión emocional
Asignar rostros a personajes es parte de la creación de una conexión emocional con la historia. Al visualizar a un personaje con unos rasgos reales, creamos un vínculo más fuerte con él. Esto puede funcionar perfectamente si dotamos al personaje de unos rasgos abstractos o genéricos, pero nuestra mente lo tendrá más sencillo si esos rasgos se corresponden con alguien real, un actor, personaje famoso o incluso un amigo o familiar.
Y es que la imaginación literaria es una de las joyas de la lectura. No solo nos permite ser espectadores, sino también coautores de la historia. Cada lectura es una experiencia única, enriquecida por nuestra imaginación activa y nuestras influencias personales. Así que la próxima vez que leas un libro y visualices a sus personajes, recuerda que estás viviendo la magia de la literatura de una manera que solo tú puedes entender.
¿A quién has imaginado alguna vez como protagonista de una novela? ¿Qué personajes has imaginado mientras leías tu libro favorito? ¡Cuéntamelo!
2 Comentarios
Buenas tardes.
También ocurre al revés: les ponemos personajes a los rostros interesantes con los que nos tropezamos en el diario vivir. Y existen rostros de actores a los que un determinado tipo de personaje no les quedaría nunca. ¿Se imaginan a Tom Hanks de asesino serial?
Saludos
Tienes razón. Hay rostros para cada personaje y personajes para cada rostro. Aunque ahora me pica la curiosidad por ver a Hanks haciendo de malvado.
¡Un abrazo!