El método del cocodrilo (Ispettore Giuseppe Locajono 1), Maurizio de Giovanni
Esto es Nápoles como nunca se había visto: una ciudad caótica cuyos callejones arrojan sombras y ecos de pasos inciertos. Los napolitanos viven absortos en sus preocupaciones cotidianas, de espaldas a la comunidad. En esta atmósfera un asesino puede cometer sus crímenes con bastante soltura, pasar desapercibido entre la multitud y volverse prácticamente invisible.
Tres jóvenes que aparentemente no tienen nada en común aparecen muertos tras haber recibido un tiro mortal, a modo de ejecución. El inspector Giuseppe Lojacono acaba de ser transferido de Sicilia a Nápoles tras verse implicado en un turbio caso con la mafia. Arrastrado por su instinto y por circunstancias personales difíciles, se propone descubrir quién está detrás de los asesinatos. En su empeño se verá acompañado por la joven y atractiva magistrada Laura Piras, que ha oído hablar de la increíble habilidad de Lojacono, de su capacidad de observación y deducción.
Las primeras investigaciones señalan a un asesino frío y metódico, que la prensa ha bautizado como «El Cocodrilo», porque, al igual que el reptil, es una máquina de matar perfecta y despiadada. Y al igual que el animal, cuando devora a sus víctimas llora, pero las suyas son… lágrimas de cocodrilo. En el origen de estos asesinatos se descubrirá un dolor arraigado y ancestral, una culpa que no ha sido purgada y un amor que todo lo consume.
Lo que sí
- El inspector Lojacono
- Su compañero, Giuffré
- El final
Lo que no
- Los capítulos demasiado cortos, todo muy concentrado
El método del cocodrilo (Ispettore Giuseppe Locajono 1). Una vuelta de tuerca al clásico detective
A veces tengo la sensación de que todo está escrito, de que todas las historias que lees te recuerdan a otras, de que todos los policías, todos los villanos, todos los secundarios se parecen. Y supongo que es inevitable.
Sin embargo, a veces, en una historia de investigación de varios asesinatos, como tantas otras, se cuela un elemento original que la diferencia de todas las demás. Y a veces, son varios los elementos que logran esta sensación.
Es lo que me ha ocurrido con El método del cocodrilo.
En 71 capítulos de corta extensión -demasiado corta, en mi opinión, pues en ocasiones parece que solo quiere ir al grano y habría agradecido mayor profundidad- Di Giovanni salta entre los puntos de vista de todos los personajes implicados en la historia: las víctimas, el asesino, los investigadores…
Si ya has leído otras novelas de Maurizio di Giovanni, ya estarás acostumbrado a su forma de escribir, al modo en que describe Italia y a la maestría que tiene para escribir diálogos que hasta se reproducen en tu cabeza con el clásico acento y los gestos del país mediterráneo. Para mí ha sido una sorpresa, y me ha encantado.
También me ha encantado el final, del que no hablaré más, por motivos obvios, pero quiero dejarlo apuntado porque no sería justo no mencionarlo. Un final de aplauso.
Sin embargo, lo mejor de El método del cocodrilo son sus personajes, el villano y el inspector Lojacono. Y, sobre todo, la relación entre este último y su compañero, Giuffré. No es fácil que una novela me arranque una carcajada, y esta lo ha logrado en varias ocasiones. Giuffré, aunque secundario, es un personaje magistral, divertido y despreocupado, y el contrapunto que crea con la seriedad, el sarcasmo y el mal humor de Lojacono es memorable.
Aun así, hay dos elementos que no me gustaron y que, desgraciadamente, sí los vemos a menudo en otras novelas:
- Los policías que se ponen la zancadilla. De verdad, si las investigaciones policiales en el mundo real estuvieran tan afectadas por egos, celos profesionales y rencillas, dudo que ningún asesino acabara en la cárcel.
- El imán para el sexo contrario. Normalmente, esto ocurre con personajes femeninos, una mujer que vuelve locos a todos los personajes masculinos de la novela, sin excepción. En este caso, ocurre con Lojacono, que una y otra vez te lo venden como desarrapado, descuidado y abandonado y, sin embargo, no sé cuántas mujeres se encaprichan desesperadamente de él a lo largo de la historia. Una, vale; varias ya chirría.
El autor. Maurizio di Giovanni
Maurizio di Giovanni nació en Nápoles, Italia, en 1958
Es uno de los autores italianos más conocidos y prolíficos. Autor de la famosa serie del comisario Ricardi, la del Inspector Lojacono, la llamada serie deportiva, y otras novelas y relatos independientes, obras de teatro y guiones para televisión.
La trama
El método del cocodrilo arranca como tantas otras novelas criminales, con la muerte de una persona. En este caso es un adolescente, hijo de madre soltera, que está haciendo sus primeros pinitos en el mundo de la mafia napolitana. Junto al cadáver aparecen un montón de pañuelos de papel empapados de lágrimas.
Obviamente, las sospechas caen sobre la mafia, aunque ni el método utilizado ni la poca relevancia del chaval parecen encajar con sus vendettas.
El inspector Lojacono, que fue el primero en encargarse de la escena del crimen, por pura casualidad, entiende que esas sospechas están equivocadas cuando otra adolescente, de buena familia y sin relación con el chico, aparece muerta junto a otro monton de pañuelos.
¿Qué relación hay entre las víctimas y por qué llora el asesino, lágrimas de cocodrilo?
Los personajes
Como he comentado antes, en El método del cocodrilo, el punto fuerte son los personajes; sobre todo, el inspector Lojacono.
Ya lo mencionaba en mi artículo sobre los 20 mejores escritores de novela negra de todos los tiempos, que Dashiell Hammett y Raymond Chandler sentaron las bases de lo que es el detective de novela negra por excelencia, antihéroe, oscuro, malhumorado, cínico… Lojacono coge estas básicas, estos tópicos, y les da una vuelta de tuerca.
Giusseppe Lojacono era un inspector de la policía siciliana, casado y con una hija. Llevaba una vida normal y estable hasta que un miembro de la mafia local, por algún motivo, mencionó que estaba comprado y que les pasaba información. No era cierto, pero bastó para que Lojacono lo perdiera todo. Su esposa y su hija le dieron la espalda y la policía, que no encontró pruebas para arrestarlo, se conformó con enviarlo a una comisaría de Nápoles donde le instaron a pasar el tiempo y no hacer nada.
Usted no se preocupe, no se le pide nada. Ocupe su mesa en la oficina de denuncias, y haga lo que le parezca, lea, escriba sus memorias. Quédese allí y no se preocupe
Un detective de los clásicos, de esos que hemos leído en un millón de novelas, habría luchado por limpiar su nombre, por recuperar su vida, por hacer justicia, por vengarse. Por algo. Lojacono no. Lojacono hizo lo que le habían pedido, se sentó en una mesa a ver pasar el tiempo sin hacer nada, sin amigos en una comisaría en la que todo el mundo sospecha de él y con la cena diaria en un restaurante cercano como único entretenimiento.
Un detective de los clásicos habría cogido el caso que vemos en El método de los cocodrilos y lo habría utilizado a su favor. Lojacono se encarga de él por casualidad y sin muchas ganas, casi a disgusto, solo porque él y, afortunadamente, la fiscal, saben que es el único dispuesto a mirar más allá de los sospechosos habituales.
Y entre los dos, inspector y fiscal, harán un frente común contra el resto de policías por encontrar al cocodrilo, ese asesino cuyas motivaciones nadie conoce, pero que no ha terminado de matar.
En resumen: El método del cocodrilo (Ispettore Giusseppe Lojacono 1)
El método del cocodrilo podría ser una novela como tantas, pero cuenta con elementos que la diferencian de las demas. Los protagonistas, las distintas relaciones entre ellos, la motivación del asesino y, sobre todo, ese final magnífico, hacen que esta novela sea un gran comienzo de saga, y que sienta ganas de saber cómo van a continuar el inspector Lojacono y sus compañeros.
Creo que esta novela representa un soplo de aire fresco tanto en el enfoque del caso, como en el lenguaje empleado y en la personalidad de su protagonista. De agradecer.
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Un abrazo, y felices lecturas.