“Voy a emprender una aventura”, grita Bilbo Bolsón al comienzo de la película El Hobbit, cuando decide abandonar la comodidad de su agujero y lanzarse, junto a sus nuevos amigos enanos, a una locura de la que no sabe cómo puede salir. Y aunque no recuerdo si esa frase aparece en la novela (la leí hace muchísimo), siempre he pensado que bien podría haberla pronunciado Tolkien al embarcarse en la aventura literaria de su vida.
Porque escribir una novela, no te digo ya una saga como El señor de los anillos, bien puede considerarse una aventura. Durante meses o años vas a llevar una doble vida, vas a tener otra familia, otros amigos, incluso vas a ser otro tú, con otra personalidad y otros intereses, otra existencia paralela en la que entras con la primera palabra y no sabes cuándo ni cómo vas a salir. Es como construir un universo desde cero, poblarlo de criaturas fantásticas o personajes reales, tejer intrigas, crear mundos, y ver cómo todo cobra vida bajo tus dedos. Es un viaje hacia lo desconocido, un salto al vacío donde la imaginación es el único límite.
Leer, por su parte, es otra aventura. De hecho, leer es una suma interminable de aventuras. Es como viajar en el tiempo y en el espacio sin moverte del sofá. Entras y sales de esas vidas cada pocos días o semanas, y al acabar una novela has vivido una vida distinta a la tuya, te has convertido, aunque sea un poco, en alguien distinto a quien eras antes de entrar. Has sentido el frío de la nieve en la cara de un personaje perdido en una tormenta, has compartido sus alegrías y sus penas, has vivido sus miedos y sus esperanzas.
Siempre me he preguntado cómo soporta la vida la gente que no lee, veinticuatro horas, siete días a la semana, cincuenta y dos semanas al año de pura realidad y una única vida. La lectura nos ofrece infinitas posibilidades, nos permite escapar de la rutina y explorar nuevos mundos, conocer personajes fascinantes y vivir experiencias únicas a las que jamás podríamos, o incluso jamás querríamos, enfrentarnos. Es como tener un pase VIP para un parque de atracciones literario, en el que cada libro es una montaña rusa emocional y cada página un nuevo descubrimiento.
Yo prefiero salir de aventuras.
¿Qué aventura estás viviendo tú hoy?
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