No confíes en Peter Pan
Han pasado cuatro meses desde que David Gurney resolvió el caso del Buen Pastor y las consecuencias han sido terribles: se perdieron vidas y hubo carreras profesionales afectadas. Uno de los que más ha sufrido ha sido Jack Hardwick, que violó la normativa por ayudar a Gurney. Los superiores de Hardwick pensaron que despidiéndole arreglaban todos sus problemas. En realidad, se buscaron un enemigo acérrimo. Ahora, Hardwick se propone demostrar la ineptitud de sus antiguos empleadores presentando pruebas que sirvan para revisar algunas condenas muy sonadas. Empieza con el caso Spalter, un rico empresario y promotor asesinado en el funeral de su madre. Su infiel esposa Kay fue condenada a cadena perpetua, pero Hardwick está seguro de que a la mujer le hizo la cama un detective corrupto y quiere que Gurney le ayude a probarlo. Muy pronto Gurney se encuentra enfrentándose a un fiscal sin escrúpulos, un detective completamente corrupto, un jefe mafioso extrañamente amable y un famoso criminal griego, Petros Panikos, Peter Pan, un hombre menudo que esconde un insaciable apetito por el asesinato. Todo por alguien que, después de todo, puede que sea realmente culpable…
Lo bueno
- Dave Gurney
- El ritmo
Lo malo
- Los malos resultan confusos
- Plan final algo ridículo
A ver, seamos sinceros, a todos nos gustan los libros profundos, los que te absorben y se meten dentro de ti y te hacen pensar, a veces durante días o semanas, en la historia. Bien, fantástico, pero después de uno de esos, yo, por lo menos, necesito otro que me devuelva a la lectura como placer y no como sufrimiento. Después del dramón de Tan poca vida, No confíes en Peter Pan me ha devuelto la ídem.
Además, No confíes en Peter Pan me ha reconciliado con John Verdon. Si recordáis la reseña que publiqué sobre el anterior libro de la serie del detective retirado Dave Gurney, Deja en paz al diablo, no quedé muy contenta: los casos no eran tan originales como en las novelas anteriores, el enfoque sobre los personajes me resultaba excesivamente plano, y el final me pareció decepcionante y poco elaborado. Pero John Verdon se ha resarcido, y nos trae una novela más redonda, donde los personajes vuelven a tener una cierta profundidad, y donde el caso, cada vez más rebuscado, te atrapa y no te suelta.
Escrita en tercera persona con un narrador omnisciente, la historia se detiene poco en descripciones, y vuelve a adolecer de repetir la situación del caso por si se nos ha olvidado o nos hemos hecho un lío. Y dado que es tan enrevesado que, de hecho, sí que nos hemos hecho un lío, aunque resulte repetitivo se agradece. Por otra parte, el autor, una vez más, basa gran parte del libro en largos diálogos entre los investigadores, comparación de ideas, teorías y avances hasta llegar al final.
Hablemos de No confíes en Peter Pan
El autor: John Verdon
John Verdon es un escritor estadounidense nacido en Nueva York en 1942.
Trabajó durante treinta años como escritor para agencias de publicidad, pero lo dejó para dedicarse a algo totalmente diferente: carpintero.
Tras la jubilación de su mujer, la pareja se retiró a las montañas de Catskills, y allí Verdon se atrevió a escribir su primera novela, de temática policíaca y negra, que daría origen a la saga de David Gurney: Sé lo que estás pensando.
Se puede ver que hay muchas similitudes entre Verdon y su personaje: ambos son de Nueva York, ambos se retiraron a las montañas tras una vida de estresante trabajo urbano… John Verdon ha admitido estas similitudes, pero, por supuesto, también remarca las diferencias de pensamiento y personalidad lógicas con un hombre que ha trabajado toda la vida investigando la maldad humana.
La trama
Cuatro meses después del caso del Buen Pastor, el último caso resuelto por el detective retirado Dave Gurney, y que se refleja en la novela Deja en paz al diablo, nuestro protagonista continúa con su intento de mantener una vida normal. Sigue retirado con su mujer en las montañas de Nueva York, mientras trata de adaptarse a la vida pacífica que ella desea, a ver si por un tiempo consiguen que nadie intente matarlo. El matrimonio pasa por ciertas dificultades, pero ambos pretenden sacarlo adelante.
Si Madeleine fuera detective, le gustaría resolver el enigma para poder pillar al asesino. Pero creo que tú quieres pillar al asesino para poder resolver el enigma.
Menos contento está Jack Hardwick, el policía que acabó pagando los platos rotos de aquel último caso. Ha perdido su trabajo y ahora vuelca su rabia en desenmascarar todos los casos que se cerraron de manera fraudulenta mientras él estaba en el cuerpo. El primero de ellos, el del asesinato de Carl Spalter.
La viuda de Spalter cumple condena por su asesinato, pero todo el caso apesta a montaje: un investigador que se acuesta con una sospechosa, testigos que desaparecen, una línea de tiro imposible… Carl Spalter, el millonario empresario, gustaba de juntarse con malas compañías, incluidos miembros de la mafia y asesinos a sueldo, y la lista de sospechosos que tan rápido descartó la investigación es demasiado larga.
Con este anzuelo, es difícil no atrapar a un detective como Gurney, que es capaz de olvidarse del mundo cuando la curiosidad sobre un caso centra su atención.
Los personajes
No confíes en Peter Pan regresa con los personajes clásicos de la saga de David Gurney, e introduce, como siempre, un elenco de secundarios diseñados para hacerte dudar de todos. Mucho mejor que en la entrega anterior, los personajes ya no son blancos o negros, o no todos, y en el caso de los que lo son, al menos nos lleva a preguntarnos por qué. Es una mejora, desde luego, ya que Deja en paz al diablo adolecía de una gravísima duocromía.
- David Gurney: El superpolicía está algo más centrado que en el libro anterior. Las secuelas físicas que acarreaba se han aliviado, y su única preocupación vuelve a ser la misma de siempre: cómo adaptarse a esa vida de granjero que su mujer intenta imponerle. Es un hombre con una curiosidad patológica, nacido para el trabajo policial, y la construcción de una caseta para gallinas no es, precisamente, la ilusión de su vida.
- Jack Hardwick: Si este policía de Nueva York siempre había parecido cínico y cabreado, en esta ocasión su cabreo no tiene límites. Está en el paro después de una vida dedicada al cuerpo, y con todo lo que sabe no está dispuesto a dejar las cosas como están. El caso Spalter es la oportunidad perfecta para vengarse, pero lo que comienza como una simple investigación sobre los defectos formales del caso, se convierte en algo personal, y por primera vez se plantea que su vida puede depender de encontrar al verdadero culpable.
- Madeleine Gurney: La esposa del detective vuelve aquí a tener tanto protagonismo como en la entrega anterior y, al contrario que entonces, parece que el autor le permite salir de la cocina un rato. Toma sus propias decisiones, expresa su opinión sobre el caso, sobre la relación con su marido e incluso sobre la salud de este. Se enfrenta a él y, aunque sea un paso pequeño pues todo lo hace de una manera desesperantemente sumisa, ya es algo. La santa esposa devota comienza a cansarse. Ya era hora.
- Kyle Gurney: El hijo del detective reaparece en esta novela, pero lo hace de una manera muy secundaria, con breves escenas aquí y allá en las que cumple un propósito demasiado definido.
Estos personajes son los que ya conocíamos de entregas anteriores, veamos a los nuevos:
- Esti: Hardwick se ha echado novia, y es una policía guapísima, lista y entregada a resolver el caso con ellos, por honradez profesional, y porque tal y como está su novio, de ello puede depender su vida.
- Kay Spalter: Apodada en la cárcel La viuda negra, es la supuesta asesina de su marido. Una mujer fría, decidida, carente de emociones ni compasión. Intentó convencer a su amante para que matara a su marido y, al no conseguirlo, decidió aprender a disparar ella misma y hacerlo sola. Lo mató en el funeral de su suegra, de un certero disparo de francotirador. ¿O no? (Por cierto, ¿te gustan los francotiradores? ¿Ya has leído En el punto de mira? 😀
- Mick Klemper: El investigador que llevó el caso es el antagonista perfecto: agresivo, chulo, violento, prepotente y con algo que esconder. ¿Manipuló las pruebas para acusar a Kay Spalter? ¿Se acostaba con la hija de la víctima? ¿Qué ganaba él en todo esto? ¿Y qué está dispuesto a hacer para que las cosas se queden como están?
- Jonah Spalter: El hermano de la víctima es, en opinión de casi todos, su opuesto. Si a Carl lo definen como el diablo personificado, Jonah se presenta como un santo. Líder de un movimiento espiritual con sede en internet, desprendido, amable… ¿Demasiado perfecto?
- Alyssa Spalter: La hija de la víctima es un personaje extraño, no queda claro si está demasiado loca o es demasiado lista. Utiliza su belleza para manipular a todo el que se ponga por delante, pero su forma de actuar es tan absurda que en ocasiones resulta patética. La relación que mantiene con el investigador Klemper puede ser una forma de manipular la investigación a su favor, o un hecho que la convierte en víctima de un policía violento. ¿Culpable o inocente?
- Fat Gus, Angelidis y Peter Pan: Los malos malísimos, mafiosos y asesinos, manipuladores, mentirosos. Cumplen su propósito, pero no se puede decir que ninguno sea un malvado que vaya a pasar a la historia. La afición de Verdon de alternar entre sus nombres reales y los apodos, aunque estos están bien puestos, a veces llega a confundir. Me queda la sensación de que Donnie Angelidis y Peter Pan, mafioso y asesino respectivamente, podrían haber dado para mucho, mucho más.
El final
En No confíes en Peter Pan nos encontramos con un final mejor definido que en la novela anterior, pero tampoco es para tirar cohetes. El plan maestro con el que Dave Gurney pretende detener al malo adolece del mismo error que vemos en casi todas las novelas de este tipo, si el protagonista se lo cocina y él solo se lo come, porque buscar refuerzos le restaría valor como personaje, acaba volcándose en estrategias que, en esta ocasión, el propio Gurney define mejor que yo.
El plan le pareció improvisado y lleno de lagunas. Parecía tramado por un aficionado.
Todo lo que ocurre a partir de ese momento resulta algo precipitado y en absoluto sorprendente, el clímax final, el enfrentamiento definitivo con el malo, se hace largo y más absurdo a cada párrafo que pasa hasta rayar el surrealismo, término que el propio Verdon utiliza en varias ocasiones para definirlo. Como comenté antes, un personaje con la fuerza teórica del malo, se queda en nada, mucho ruido y pocas nueces, como se suele decir.
Pero el verdadero final, cuando el superpolicía logra dar con todas las respuestas, casi fui capaz de oír el click en mi cabeza. Las preguntas, las discordancias y los sinsentidos del caso encajan de una manera lógica y coherente; y me llevé una sorpresa, pues la historia se había enredado de tal manera que como lector, no esperaba que eso fuera posible, pero lo es.
Bien hecho, sr. Verdon.
En ocasiones, suerte es lo único que tenemos.
En resumen: No confíes en Peter Pan
No confíes en Peter Pan mejora con creces a su predecesora, aunque sigue lejos de las dos primeras partes de la saga. Si partimos de que es una colección altamente adictiva, entretenida y fácil de leer, no puedo sino recomendarlo.
Si te gustan los libros de suspense con tramas enrevesadas y mil sospechosos, y, por supuesto, si ya eres seguidor del superpolicía Gurney, No confíes en Peter Pan te encantará.
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Si quieres hablar de esta novela, o de cualquier otra cosa, ¡no te olvides de dejarme un comentario!
Un abrazo, y hasta la próxima.
(Crédito de las imágenes: Google, BBC, orderofbooks.com)