Controlaré tus sueños
Cuatro personas que no se han visto nunca y que no parecen tener nada en común explican que han tenido el mismo sueño: una pesadilla recurrente cuyo elemento más inquietante es un cuchillo ensangrentado con la cabeza tallada de un lobo en la empuñadura.
Todos los hombres son hallados muertos posteriormente. La policía enseguida descubre que las víctimas tenían dos hechos significativos en común: todos habían pernoctado recientemente en un mismo hotel, viejo y misterioso, de las montañas de Adirondack, y todos habían consultado al mismo hipnoterapeuta.
Gurney se apresura a resolver otra serie de interrogantes imposibles, que en esta ocasión desconcertarán tanto a su cabeza como a su corazón.
Lo bueno
- Las muertes imposibles con los que siempre nos enganchan las novelas de John Verdon.
- Jack Hardwick, cada vez más desatado.
Lo malo
- Las descripciones que detienen la historia
- Maddeleine está insoportable durante toda la novela
- Los personajes secundarios se siguen quedando en meros esbozos que no te permiten llegar a conocerlos
- Cierta parte del final, que de tan enrevesada no tiene sentido
Controlaré tus sueños representa para mí un regreso a regañadientes al mundo del detective retirado David Gurney, su familia, sus amigos y las novelas de John Verdon. Después de que las primeras, Sé lo que estás pensando y No abras los ojos, me engancharan completamente, Deja en paz al diablo supuso un ligero bajón que acabó en descalabro con No confíes en Peter Pan. Así que cuando en mi lista de lecturas pendientes le llegó el turno al quinto libro de la saga me lo pensé mucho antes de enfrentarme a él, reconozco no me apetecía demasiado. No me apetecía nada. Pero una es así y decidí darle una oportunidad. Bien hecho.
Hay cosas que no cambian, y determinados defectos en la escritura de Verdon, como su afición a las descripciones fuera de sitio, la poca definición de algunos personajes y los finales desquiciados siguen ahí, pero esta novela se acerca más a las primeras, con una trama imposible y desarrollada de una manera perfecta para atrapar al lector y obligarte a devorar las páginas sin detenerte a cuestionarte la cordura de lo que te venden.
Por otra parte, como siempre, al autor le gusta exponer un tema sobre el que hacernos reflexionar. En esta ocasión lo hace de una manera menos evidente que en las anteriores entregas, pero también está ahí y en Controlaré tus sueños se ha decantado por la homosexualidad, el trato que reciben los homosexuales en la sociedad y el rechazo que provocan en determinados sectores extremistas y religiosos, un tema que quizá requeriría mayor profundidad que la que le ofrece, pues cada vez que lo nombraba sentí que, al principio sobre todo, lo hacía a la fuerza, intentando llamar la atención sobre algo que, por el momento, no resultaba tan relevante, como si quisiera que atendieras a ese detalle por necesidad.
En resumen, que me alegro de haberle dado esta oportunidad y me enfrentaré con más ganas a la siguiente novela de la saga, que ya está en mi lista de lecturas pendientes.
El autor: John Verdon
Tanto en la reseña de Deja en paz al diablo como en la de No confíes en Peter Pan ya hablé sobre John Verdon, así que poco más puedo decir. Nacido en el año nuevo de 1942 en Nueva York, se dedicó a la escritura publicitaria y posteriormente la carpintería hasta que en determinado momento, igual que su personaje, David Gurney, se retiró con su esposa a las montañas de las Catskill y fue entonces cuando decidió dedicarse a la escritura.
La saga del detective retirado David Gurney la forman 5 libros hasta la fecha:
- Sé lo que estás pensando
- No abras los ojos
- Deja en paz al diablo
- No confíes en Peter Pan
- Controlare tus Sueños
La trama
David Gurney sigue igual que siempre, aburrido, resignado a su vida en las apacibles montañas, entre una naturaleza que lo incomoda y una paz que lo mortifica. Su mujer, Maddie, cada vez más flower power, volcada en sus paseos de senderismo y la cría de gallinitas, y él tratando de buscar emoción en el extraño comportamiento de una ardilla. Vamos, para cortarse las venas. Por eso, cuando el omnipresente Jack Hardwick le presenta un caso totalmente rocambolesco, Gurney no puede -ni quiere- evitar sumergirse en él, y para sorpresa de todos, Maddie no solo no se enfada sino que se ofrece a acompañarlo.
El caso en cuestión es la misteriosa muerte por suicidio de cuatro hombres jóvenes, desconocidos entre sí, cada uno en diferentes puntos del país, pero que relataban haber tenido la misma pesadilla de manera recurrente después de acudir a un prestigioso y polémico hipnotista en un hotel de lujo de las montanas de Nueva York para que los ayudara a dejar de fumar. La policía está convencida de que Richard Hammond, el hipnotista, es el culpable de estas muertes, pero ¿tiene eso sentido? ¿Puede alguien hipnotizar a una persona hasta conseguir que se suicide? ¿Cómo? Y, sobre todo ¿por qué?
Una idea tan absurda engancha no solo a los lectores, sino al detective, que ni corto ni perezoso se planta en el hotel en el que el hipnotista desarrolla su trabajo, acompañado por su mujer, visible y misteriosamente afectada por el caso, dispuesto a solucionarlo.
Los personajes
Los mismos de siempre, a los que ya conocemos más por costumbre que por definición, y a algunos nuevos de actitudes misteriosas y oscuros (porque si no son oscuros, ¿para qué?) secretos.
- David Gurney: Este hombre está cada vez más desquiciado. Se empeña en llevar una vida que no quiere y a la que no se acostumbra, si no fuera por los casos que le presenta su amigo Hardwick no levantaría cabeza. Por suerte, ahí están, y son su excusa perfecta para volver a ser él mismo, metódico, reflexivo, obsesivo con los detalles que ocultan la verdad. Podemos destacar en su carácter una absoluta calma y frialdad ante cualquier situación por desesperada que sea y también, en esta novela se ve con claridad, una ceguera ante todo lo que no esté relacionado con el caso, por cerca que lo tenga, pues su mujer, Maddie, está visiblemente afectada por la situación que están viviendo y él no se da cuenta de la mitad.
- Maddeleine: No puedo con ella, ya desde la novela anterior, y quizá la anterior a esa, es lo que yo llamo devota esposa y me desespera. Cuando están en casa, se repliega a su papel de cocinera y limpiadora, compañera sin voz ni voto, condenada a oir las historias de su marido sin que ella tenga vida propia en ningún momento. El autor lo justifica una y otra vez diciendo que eso es así, pero, sinceramente, me repatea. Encima, en esta novela, su sacrificio a ser siempre una segundona sin voz hace que eso que tanto le afecta del hotel en el que se desarrolla la historia no se desvele más que en un comportamiento errático y sinsentido y una actitud lastimera constante.
- Jack Hardwick: Sale poco, pero es de mis personajes favoritos en la saga, un policía furioso con el cuerpo al que representa y dispuesto a tirar por tierra la mala praxis de determinados agentes y, sobre todo, altos mandos que se toman la ley a su gusto. Cínico, sarcástico, con un humor ácido maravilloso y una honestidad envidiable. Amigo leal de David y Maddeleine y más sensible de lo que le gusta admitir.
Entre los nuevos personajes que conocemos en esta novela destacan dos:
- Richard Hammond: El eminente psicólogo e hipnotista es más raro que un perro verde, un personaje extraño, empeñado en no defenderse convencido de que la verdad saldrá a la luz por sí sola. Toda su vida la ha dedicado a ayudar a los demás, pero al mismo tiempo oculta una serie de gustos y trabajos que lo hacen un blanco perfecto para la culpabilidad de las muertes de las que es acusado. Paranoico, inseguro en el plano personal pero egocéntrico en el profesional, altamente dependiente de su hermana Jane.
- Jane Hammond: Es ella quien acude a Hardwick en busca de ayuda para su hermano. Es lo que ha hecho siempre, cuidar de él; la han criado con el convencimiento de que Richard es especial y su labor como hermana (y mujer, no olvidemos el machismo intrínseco al señor Verdon) es cuidar de él en todos los aspectos más o menos prosaicos de la vida. Tan entregada a su labor que es incapaz de ver o entender nada más allá de la inocencia del acusado.
En resumen: Controlaré tus sueños
Controlaré tus sueños es un adictivo y placentero regreso a la saga de David Gurney. Un planteamiento imposible, como en sus mejores comienzos, nos arrastra hasta una historia llena de giros y preguntas sin sentido que nos exigen ser resueltas. El mejor Gurney y el mejor Hardwick y una Maddeleine que estoy deseando que se quede en casa la próxima vez. Una novela sin villanos identificables pero en la que todo el mundo parece ocultar algo.
Recomendable si te apetece una novela que te atrape hasta el final.
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Un abrazo, y felices lecturas.