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Oda a los asesinos literarios: Norman Bates

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Hay ocasiones en las que una película se come al libro que la inspiró. En estos tiempos de adaptaciones cinematográficas, televisivas, películas y series, esto es algo habitual y, si os fijáis en las anteriores Odas a los asesinos literarios, casi todos son más famosos por sus imágenes que por las novelas que protagonizaron.

El caso del asesino que os traigo hoy es, con toda probabilidad, uno de los más evidentes, pues creo que la mayoría de personas que han visto y se declaran admiradores de la película, ni siquiera saben que está basada en una novela.

Pero para eso estoy yo, mis queridos psicópatas, y en la Oda a los asesinos literarios de octubre os traigo a…

 

 

Asesinos literarios: Norman Bates

Norman Bates es el protagonista de la novela Psicosis, escrita en 1959 por Robert Bloch, y llevada al cine, como todos sabéis, por Alfred Hitchock, en cuya adaptación el grandísimo Anthony Perkins logró ponernos a todos los pelos de punta.

Robert Bloch (1917-1994) contaba con una larga carrera literaria que incluía cuentos, novelas breves y guiones para cine y televisión, pero fue Psicosis la obra que mayor fama le proporcionó, y parte de culpa la tiene la profundidad con la que trató el trastorno mental del protagonista y su psicopatía. Si hasta entonces los malos eran malos porque sí, por avaricia o antagonismo en la historia, esta fue casi la primera vez en que nos encontramos todo un trasfondo psicológico – psiquiátrico que explica el origen de esa maldad. En el libro, al contrario que en la película, es Bates y su persona el personaje principal, y detalla su locura y asesinatos de una forma más clara y explícita.

Se dice que Robert Bloch  se inspiró en H.P. Lovecraft, del que era gran admirador, para el personaje de Norman Bates, un hombre solitario, enfermizo, criado por una madre trastornada por el abandono de su marido y que, víctima de un odio exacerbado hacia los hombres, descarga sus traumas en su hijo, asegurándose de que este no la abandona.

Por otra parte, Norman Bates se nutrió también de otra fuente de inspiración, Ed Gein, un asesino en serie que había vivido a solo 35 millas del escritor y que,en los años cincuenta se dedicó a saquear tumbas de mujeres para fabricarse con sus restos los más diversos objetos decorativos, y que asesinó también, que se sepa, a una mujer.

Por si os suena el nombre, este mismo asesino real sirvió de inspiración para el personaje de Buffalo BIll, de El silencio de los corderos, y, ya que estamos, a Leatherface, de La matanza de Texas.

El auténtico Ed Gein

Entre una y otra fuente de inspiración, Robert Bloch creó un personaje que ha pasado a la historia por su versión cinematográfica, pero que, entre las páginas del libro, resulta mucho más grotesco e inquietante. El Bates literario se aleja de ese hombre casi atractivo que se gana nuestra empatía en la pantalla, para convertirse en un personaje que pasa de los cuarenta años, feo, de gruesas proporciones, vestido con ropas aniñadas que demuestran esa incapacidad para convertirse en adulto y separarse de su madre. Un personaje menos lastimoso y más aterrador.

De cara regordeta, lentes montados al aire y rosado cuello cabelludo con escaso cabello rizado.

 

La novela

Norman Bates es un hombre grueso y poco agraciado de cuarenta años que vive con su madre junto a un apartado parador que ambos dirigen. Mantienen una relación complicada, ella lo trata como a un muchacho y lo tiene sometido mediante una férrea manipulación psicológica y chantaje emocional. No le permite beber (aunque él lo hace a escondidas) ni fumar ni tener amigos, y mucho menos amigas, pues las mujeres son un instrumento del diablo, y por eso él se contenta con espiarlas a través de un agujero practicado en la pared del baño de la habitación.

Una noche de tormenta, Mary Crane se presenta en el parador. Acaba de robar cuarenta mil dólares en su empresa y, en la huida, se ha equivocado de camino y ahora no tiene ni idea de dónde está, pero pasará la noche ahí y mañana continuará hacia la casa de su prometido. Además, Norman parece un hombre agradable que le ofrece cenar con él en su casa. Aunque quizá Mary no debería haber insinuado que la madre de Norman parece un poco loca, porque esa noche la mujer se va tomar la revancha.

El pobre Norman, angustiado por lo que su madre acaba de hacer, se ocupa de ocultar el cadáver, el coche y cualquier resto de la presencia de Mary en la habitación. Hay que proteger a mamá o la encerrarán en un manicomio. Y eso no puede ser.

La desaparición de Mary provoca el revuelo en su trabajo y en su familia. Por un lado, el detective Arbogast recibe el encargo de encontrarla, en nombre de la compañía a la que Mary robó el dinero. Por otro lado, Lila, la hermana de Mary, y Sam Loomis, su prometido, emprenden su búsqueda entre la confusión y el miedo a que le haya ocurrido algo.

Esta preocupación empeora cuando el detective Arbogast, tras informar a la familia de que ha encontrado el último rastro de Mary en el parador Bates, desaparece sin más señales.  Quizá no fue buena idea insistir en preguntar a la señora Bates si había visto a Mary. Aunque… ¿cómo puede ser eso, si el sheriff del condado asegura que la madre de Bates murió veinte años atrás?

Tantas dudas desesperan a Sam y a Lila, que no dudan en marchar hacia el parador para intentar averiguar qué demonios ha pasado con Mary y con Arbogast. Allí las pistas van apareciendo poco a poco: un pendiente de Mary en la habitación, restos de sangre seca… Mientras Sam intenta sonsacar información a Norman, Lila marcha en busca del sheriff, pero Norman está prevenido, ha escuchado la conversación y sabe que sospechan de él, que creen saber qué ocurrió. Sabe que si lo delatan, a lo mejor la gente descubre que su madre no está muerta, y entonces…

Por eso sabe que Lila no ha ido a por el sheriff, no, ella estaba empeñada en registrar la casa de Norman, en buscar a su madre, y él no permitirá que se salga con la suya, ni que Sam abandone con vida motel. Lo golpea con una botella en la cabeza y, dándolo por muerto, corre a detener a la mujer.

Lila, en efecto, se ha dirigido a la casa de Norman, un lugar que parece anclado a principios de siglo, viejo y plagado de fantasmas. Recorre los dormitorios, todas las plantas, sin hallar a nadie, hasta que entiende que la madre de Norman debe de estar en el sótano. Y allí encuentra a la señora Bates, solo que la señora Bates sí que está muerta, un cadáver en un viejo catre, y esa voz aguda que escucha no procede del cuerpo, sino de alguien a su espalda, un hombre gordo de cuarenta años vestido como una mujer, y con un cuchillo en la mano.

¿Quién es Norman Bates?

Norman Bates es la santísima trinidad, son tres personas en una, y cada cual peor.

Por un lado tenemos a “Norman”, un niño que creció dominado por su madre, sometido a una educación rígida destinada a conseguir que nunca la abandonara.

Por otro está “Norma”. Esta personalidad toma la forma de su madre, se viste con sus ropas, imita su voz y se comporta con agresividad cuando siente que alguien intenta separarla de su hijo.

Por último está “Normal”. Un hombre adulto, algo raro, sí, pero en apariencia un hombre normal que regenta el motel, cuida de su madre, y mantiene la paz entre las otras dos personalidades.

No eran entes completamente distintos, claro está. Cada uno de ellos contenía elementos del otro. El doctor Steiner lo denominó una «trinidad non sancta».

Norman creció bajo los abusos emocionales, y se intuye que también sexuales, de su madre. Esta mujer, que fue abandonada por su marido y tuvo que cuidar sola de su hijo, concibió un odio absoluto hacia los hombres, y se volcó en conseguir que su hijo nunca la dejara, mediante el chantaje emocional, la culpa y la religión: las mujeres eran pecado, un buen niño se queda con su madre, y solo así estaría seguro.

Pero la madre de Norman era una mujer adulta con sus propias necesidades que, quizá entraban en conflicto con lo que le enseñaba a su hijo (ya sabéis, “haz lo que digo, no lo que hago”). El carácter sexual de la relación entre madre e hijo se debate entre la necesidad absoluta de afecto que siente ella, y el rechazo religioso y moral a todo lo que tenga que ver con la sexualidad.  Pero entonces, Norma se busca un amante:  Joe Considine.

¿Y qué es lo peor que podía pasar? Por supuesto, Norman los descubre en actitudes más que cariñosas y, presa de los celos, el odio y la confusión por tantas enseñanzas contradictorias, envenena a ambos con estricnina y finge que ha sido un suicidio.

Norman finge ser quien descubre los cadáveres, y el efecto que el dolor causa en él provoca que lo ingresen unos meses en el hospital psiquiátrico. A partir de este momento, el pobre hombre pierde por completo la cabeza. Se siente culpable, solo, trastornado… Aquí se desarrolla el trastorno de personalidad para suplantarla y acallar la culpa, para volver a esa época de niño en la que la tenía solo para él, y ambos estaban solos y, cada uno a su manera, felices.

El mejor amigo para un muchacho es su madre

Al salir del hospital, Norman ya no está bien. Convencido de que su madre sigue viva, de aquella manera, desentierra el cadáver y durante veinte años vive todas esas perversiones que Norma le impedía: necrofilia, voyeurismo, alcoholismo… También se somete al mismo maltrato psicología al que lo sometía su madre, ella sigue viva para él, y las reglas son las mismas.

La actitud extremadamente rígida de la madre, y la necesidad de independencia de Norman, así como sus nuevos impulsos como adultos, enfrentan a las tres personalidades. El hombre responde como tal ante la belleza femenina, el niño teme que eso sea pecado, y la madre acude al rescate moral de su vástago. Norma Bates siempre está ahí cuando su hijo hace algo que ella considera inapropiado, y Norman siempre está cuando debe defender a su madre de los que quieran encerrarla por sus acciones.

Lila cerró la boca, pero el grito continuaba sonando. Era el frenético chillido de una mujer histérica, y salía de la garganta de Norman Bates.

Al final, tenemos el dictamen médico del psiquiatra.  Bates es un sociópata que, durante años, ha racionalizado la existencia de las tres personalidades, pero ahora que todo ha terminado, Norma ha ganado la batalla. Está sola en el cuerpo de Bates. Y es una mujer inocente.

Incapaz de matar una mosca.

El asesino

Aunque nunca queda claro del todo cuánta gente muere de manos de Norman Bates (o de su madre), sí podemos hacer una lista con las principales víctimas que conocemos:

  • Joe Considine: El amante de Norma, un hombre al que se presupone un interés meramente económico en ella.  Pero eso no le interesa a Norman, lo único que quiere es tener a mamá para él, y que las enseñanzas que ella le ha inculcado, sobre el pecado de las relaciones entre hombres y mujeres sean inamovibles. Lo mata mediante veneno, estricnina, y lo hace pasar por un suicidio, con su nota y todo.
  • Norma Bates: Mamá no puede enseñar una cosa y practicar la contraria, eso está muy mal, por eso sufre el mismo destino que su amante: una muerte por estricnina disimulada como un suicidio. Su fallecimiento termina de volver loco a su hijo, que no soporta la culpa por lo que ha hecho.
  • Marion Crane: De todos los moteles del mundo, tienes que acabar en este, Marion. Nada le gusta más a los americanos que el Karma, y eso te pasa por ir por ahí robando dinero. La pobre mujer se mostró amable con Norman, e insinuó que quizá su madre debería estar en un psiquiátrico. Como consecuencia, acabó dándose la peor ducha de la historia.
  • Milton Arbogast: El detective contratado para descubrir el paradero de Marion conoce a Norman y encuentra pistas que lo inducen a creer en su culpabilidad. Decide investigar la casa donde vive la madre de Norman, y allí la conoce, a ella y a su cuchillo. Norman tiene que hundirlos a él y a su coche en el pantano.
  • Sam Loomis no muere, por poco: Sabiendo que ha despertado sus sospechas, y que Lila está a punto de descubrir su secreto, Norman golpea a Sam en la cabeza con una botella, y se marcha en busca de la mujer, dándolo por muerto.

Las adaptaciones

  • La primera adaptación de la novela es mundialmente conocida: Psicosis, estrenada en 1960, dirigida por ALfred Hitchcock e interpretada por Anthony Perkins. Una obra maestra del cine que, si bien cambió algunos detalles respecto a la historia, no solo mantuvo su suspense original sino que lo mejoró con creces.
  • Psicosis II también fue interpretada por Anthony Perkins,  dirigida por Richard Franklin y estrenada en 1983. Narra la liberación de Norman de la institución psiquiátrica. Intenta establecerse con una nueva vida y un nuevo amor, pero la familia de Marion Crane no está dispuesta a permitir que el asesinato de Marion se olvide, y los cadáveres comienzan a señalar a la madre de Norman. ¿Se está volviendo loco de nuevo?
  • Psicosis III: se estrenó en 1986. Anthony Perkins volvía a ser Norman Bates, y esta vez también la dirigía.  Norman sigue luchando contra sus impulsos de convertirse en su madre, y en un arrebato de furia destroza su cadaver, pero ella se venga de él obligándolo a matar a la mujer de la que se ha enamorado y a varios más.
  • Psicosis VI: Se estrenó en formato televisivo en 1990. Por última vez vemos a Anthony Perkins interpretando el papel, bajo la dirección de Mick Garris. Norman acepta su condición de enfermo mental, su pasado y su presente. Casado con una enfermera del psiquiátrico del que acaba de salir, no está dispuesto a que el hijo que ella aguarda herede los trastornos del padre. Pero, qué bonito, el amor lo cura todo.
  • Bates Motel: En 1987 se intentó hacer una serie inspirada (lejanamente) en esta obra, pero no progresó y quedó en hecho anecdótico.
  • Psycho: Gus Van Sant dirigió en 1998 un remake (copia-plagio) del clásico de 1960 con Vince Vaughn como protagonista. Pese a que anunció ser una copia plano a plano de la original, se permitió algunas licencias artísticas que no gustaron a todo el mundo.
  • Bates Motel: La idea de la serie se reintentó en 2013 con más éxito que la vez anterior. Freddie Higmore interpretaba a Norman Bates durante cinco temporadas que finalizaron en 2017

Curiosidades

  • Edward Gein, el famoso asesino de los años cincuenta, fue una fuente de inspiración para el personaje de Bates. El padre era un maltratador y alcohólico, y la madre era absorbente, sobreprotectora y dominante.  Entre ambos criaron a un hijo trastornado que acabó saqueando tumbas de mujeres para fabricar vestuario con sus pieles y sentirse así una de esas mujeres que nunca había llegado a comprender, quizás incluso su propia madre, lucía caretas y se cree que interpretaba el papel de esta, igual que Norman Bates.
  • La casa de Norman Bates en la película se inspiró en el cuadro del artista americano, Edward Hopper, House by the Railroad, 1925. Aunque no es la primera vez que este pintor inspiró al director, fue en esta película donde sus cuadros tienen más presencia.  Aquí hay un enlace muy interesante al respecto.

 

 

 

¿Qué os ha parecido? Apuesto a que la mayoría no sabía que este personaje tan conocido había nacido en un libro. Nunca es tarde para aprender algo nuevo y, por supuesto, nunca es tarde para leerlo, porque por muy buena que sea la película (y por dios que lo es), en una novela siempre vivirás la historia de otra manera. ¿Os apuntáis?

Y recuerda que puedes leer otras Odas a asesinos literarios:

¿Cuál de estos es tu favorito? ¿Y a cuál echas en falta?

Hasta la próxima entrega de Asesinos literarios

 

(Crédito de las imágenes: Capturas de la película Psicosis, de Paramount PIctures, cuadro de Edward Hopper)

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