Hola a todos!
Como muchos de vosotros sabéis, y a los que no ya os lo cuento yo, esta semana se celebra en twitter la #SemanaAutopublicados
A raíz de esto, el blog de Lectora Dispersa me pidió que escribiera un artículo hablando de mi experiencia con la autopublicación. Siempre me incomoda que alguien me pida que hable de mi experiencia sobre cualquier aspecto relacionado con la escritura, no puedo evitar pensar que, como novata que soy en todo esto, no tengo una voz cualificada para opinar sobre casi nada. Pero en esta ocasión creo que puedo, porque precisamente la autopublicación tiene mucho de aprender por las malas, de darse cabezazos y tirar para adelante como se pueda.
Así que, aquí os dejo el artículo que escribí y que también podéis leer en el blog de Lectora Dispersa
Mi experiencia con la autopublicación
Cuando le preguntan a un escritor por qué se decidió por la autopublicación, la variedad de respuestas es enorme, aunque creo que nunca he oído a ninguno que dé la que me llevó a mí a elegir ese camino: la impaciencia. Llevaba tanto tiempo revisando, corrigiendo, volviendo a revisar, volviendo a corregir… Que el día que decidí que ya no podía más me juré que pasaría página de esa novela y me pondría con las siguientes, o no la dejaría nunca. Inocente de mí.
Cuando un informe de lectura realizado por una empresa profesional me aseguró que debía publicar la novela, no me imaginé mayor tortura que pasar meses recorriendo editoriales, llamando, enviando y suplicando atención de un mundo que, por lo que otros con más experiencia me habían dicho, no leerían ni una sola línea si yo no tenía ya un nombre que me respaldara. No, yo quería olvidarme de ella, dejarla libre a vivir su mundo. Y por eso elegí la autopublicación.
No me arrepiento, aunque si lo hice para no seguir trabajando en ella, me lucí, porque algo que hace un autor que quiere autopublicar es trabajar como un… (bueno, ya sabes cómo). Básicamente porque las editoriales cuentan con un equipo de profesionales con experiencia, cada uno de ellos especializado en uno de los pasos a seguir antes de tener una obra publicada: tienen correctores, editores, maquetadores, diseñadores y, por supuesto, publicistas y distribuidores.
Ay, amigo, ahí está el problema del autor que decide autopublicar. Que no tenemos ni idea de uno solo de esos pasos. Así que toca aprender y, sí, toca trabajar. Corregir hasta la última coma de la novela, que no va aquí, que va allá, o que no va, o que quizá deberías sustituirla por un punto o ¡horror! un punto y coma. Que si las negritas, que si los espacios, que si los títulos. Que si la tipografía apropiada para el papel , que si los saltos de página en el formato digital. Que si la portada…
Por supuesto, puedes contratar a gente que lo haga por ti, y si puedes permitírtelo, por dios, ¡hazlo! Pero si no puedes, prepárate para darte cabezazos contra la pared.
Pero. Siempre hay un pero, ¿verdad? Cualquiera que haya leído hasta ahora pensará “no autopublico ni de coña”. Espera, no lo descartes todavía. Hay un pero. El otro día hablaba con una escritora que ha publicado con editoriales, y me decía que envidiaba la capacidad de decisión que había tenido yo respecto a todo lo referente a mi novela. Y es que, claro, todas las decisiones han sido mías, pero no así las suyas. Ella entregó un manuscrito y ahí le perdió la pista, para lo bueno y para lo malo, le llegaban las decisiones ya tomadas y ella solo podía decir sí o no y solo hasta cierto punto.
Es una ventaja del autopublicado, casi la única, pero no es pequeña.
Hay mucha gente que remarca las diferencias entre ambos métodos a la hora de cobrar. No puedo hablar, solo conozco la autopublicación. Sé que se cobra más por unidad vendida y que se reciben las regalías antes, pero, a cambio, una editorial tiene acceso a muchísimos más compradores. Si es que decide apostar por tu libro, porque a lo mejor no, a lo mejor te publica y luego te condena a una esquina oscura de una megalibrería en la que no te verá nunca nadie. Puede pasar.
Así que en algunos casos la decisión será propia, en otros será forzada al no recibir respuesta de editoriales. En cualquier caso, autopublicar es una experiencia dura, pero vale la pena. Eso sí, lo único que puedo aconsejarte es que no descuides ni un poquito la calidad de tu texto, porque no podrás echarle la culpa a nadie cuando los errores comiencen a salir.
Foto de Unseen Studio en Unsplash
2 Comentarios
A tope con la autopublicación ?
???? Eso mismo!