Cuando empecé a escribir En el punto de mira no tenía intención de publicarlo, mi único deseo era extraer de mi interior una idea, unos sentimientos y emociones que llevaban mucho tiempo dando vueltas en mi cabeza.
Años después (sí, años) me encontré con una novela de casi 500 páginas que, en mi opinión, era bastante decente. Así que la envié a una empresa para que hiciera una lectura profesional y me dijera si estaba bien, estaba mal, o mejor lo dejaba y me dedicaba a la jardinería.
Teniendo en cuenta que mato todas las plantas que toco, no me auguraba un futuro muy brillante.
Pero el resultado de aquel informe fue positivo, me dijeron que debía publicarla, y fue cuando aparecieron las preguntas: ¿cómo?, ¿cómo se edita?, ¿cómo se corrige?, ¿cómo se maqueta?
Por suerte, internet está lleno de páginas con las respuestas a todas las dudas existenciales del ser humano, pero fue durante aquella investigación cuando descubrí un hecho que arruinó mi escasa confianza en mi capacidad literaria, y me hizo perder mucho tiempo y muchas buenas ideas:
Oh, Dios mío, yo hacía las cosas al revés que todo el mundo.
Descubrí que los pasos que todos los blogs y escuelas de escritura recomendaban no tenían nada que ver con los que había seguido para el desarrollo de mi novela.
Por ejemplo:
- La escaleta de capítulos: Debes tener la historia tan desarrollada en la cabeza que sepas qué va a ocurrir en cada capítulo, como si se tratara del guion de una película que solo tuvieras que dirigir.
- Fichas de escenas: A partir de esa escaleta, debes crear unas fichas en las que describas lo que ocurre en cada escena: dónde se desarrolla, quién participa, cómo avanza la trama, qué ocurre…
- Fichas de personajes: Debes crear una ficha por cada personaje con todos sus datos físicos, psicológicos, emocionales, sentimentales e históricos.
- Documentación: Debes realizar toda la labor de investigación antes de empezar a escribir.
¿Habéis visto todos esos “debes”?
La idea de estos consejos es que, una vez te sientes a escribir, no tengas que parar, que ya conozcas a tus personajes al dedillo y solo tengas que consultar las fichas y escaleta para saber qué poner a continuación.
Perfecto.
Ya era tarde para hacerlo con En el punto de mira, pero como una niña aplicada, me dispuse a seguir todos esos consejos con la siguiente idea que rondaba mi cabeza; escribí las fichas, la escaleta, la investigación… Y cuando por fin me senté a escribir, resultó que había perdido la magia. Ya había escrito esa historia, ya conocía a cada una de las personas que formaban parte de ella, de dónde venían y como acabarían. La historia estaba escrita sin escribir una sola línea. Los personajes no me hablaban, ¿cómo iban a hacerlo si yo ya lo había dicho todo?
Aquella idea que tanto trabajo me había llevado acabó en la basura.
Pero no me rendí. Era una época en la que me rondaban muchas historias, así que lo intenté con otra.
Pero a mitad del trabajo lo entendí, yo no funcionaba así. Y lo entendí a raíz de un Nanowrimo en el que participé sin inscribirme (porque yo soy así). Una historia en la que me embarqué sin saber adónde me llevaría.
Se trataba de una historia de fantasía (género que manejo muy poco) inspirada por una escena que me había venido a la cabeza a raíz del libro de la saga de Geralt de Rivia que leía en esos momentos. Esa escena era lo único que tenía, ningún personaje, ninguna trama, ninguna idea, solo esa escena.
Y la magia regresó.
La obra se escribió sola, los personajes surgieron con unas ideas muy claras de quiénes eran y adónde iban, como viajeros que encontraba a lo largo del camino y me contaban sus historias al tiempo que se incorporaban a la mía.
Ese libro, porque dio para un libro, está en mi cajón. No sé si algún día lo publicaré o no, pero ahí está. La historia es buena y los personajes son fantásticos y, lo que en ese momento resultó más importante, se escribió sola en un abrir y cerrar de ojos.
¿Qué significa esto?
Con esto no quiero decir que no sigas los consejos que recomiendan los expertos y profesionales que llevan en esto muchísimo más que yo y con más éxito, al contrario, síguelos a rajatabla, todos y cada uno de ellos. Pero si no te funcionan, si no se adaptan a ti, no te tires por el balcón.
Acuérdate de Sinatra.
Intenta otras formas de hacerlo, busca la que te funcione -tu manera, como dijo el gran Frankie- y trabaja con ella. A lo mejor te obliga a trabajar más despacio, a dar más vueltas, a reescribir escenas completas y corregir millones de veces errores que, de otra manera no habrías cometido. Pero es tu método, y te funciona, y eso es lo que cuenta.
De ahí este blog, esta categoría de Divagaciones, las mías, mi forma de trabajar. Me encantaría que compartieras la tuya conmigo, ¿cómo lo haces?
¿Me lo cuentas?
2 Comentarios
¡Hola Arantxa!
La verdad es que solo me he decidido por escribir relatos (y no muchos) a día de hoy, incluso ahora mismo ni eso, quitando un reto que me puse por Navidad; pero si tuviese que escribir un libro lo haría como has dicho: probando a ver qué me va mejor y qué no. Y yo tampoco suelo llevarme bien con “como lo hacen los expertos” así que si escribo un libro o lo intento (más probable), te cuento 🙂
Me ha gustado mucho la entrada.
Besitos,
Carla.
Gracias por tu comentario!
Me alegro mucho de que te haya gustado. Creo que, al final, la experiencia acaba dictando lo que mejor le conviene a cada uno, y puede que para la mayoría sea lo mismo, y solo algunos raros funcionemos distinto jjjj.
Ya contarás que método te funciona si alguna vez te pones a ello.
Un abrazo!