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Escribir: puertas abiertas o puertas cerradas

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Ya sabéis que, para una servidora, Stephen King es conocido como san King bendito, así que queda claro que cualquier cosa que diga va a misa y me lo tatúo, si hace falta, sobre todo si habla sobre escribir.

Así están las cosas.

Y hoy me he acordado de esta frase:

Escribe con la puerta cerrada, reescribe con la puerta abierta.

Stephen King

Es una frase que siempre me ha hecho gracia porque, aunque comparto lo que quiere decir y entiendo el simbolismo detrás de la imagen de las puertas, abiertas y cerradas, en el sentido literal de la frase me sitúo en el extremo opuesto.

Lo que san King bendito quería decir -o eso creo, qué más quisiera yo que preguntárselo en persona- es que durante el proceso de escritura debes cerrar la puerta a todas las influencias externas. Lo que otros puedan pensar de tu obra, lo que opinen sobre lo que deberías escribir y cómo deberías hacerlo debe permanecer fuera de tu mente y dejar espacio solo para ti y tus ideas. Otra versión del “escribe borracho”, de Hemingway, al que ya hice referencia cuando mencioné las 5 mentiras cinematográficas sobre los escritores y que no, no escribimos con una copa de vino por mucho que insistan los guionistas de cine.

En cambio, si Hemingway recomendaba corregir sobrio, san King bendito explica que en el momento de la reescritura, es decir, la corrección, debes abrir la puerta a determinadas consideraciones. Qué quieres decir y cómo, cuáles son las reglas que vas a respetar y cuáles vas a romper y para qué. Qué va a entender el lector -ese que ahora sí está al umbral de la puerta (abierta)- y cómo lograr que entienda lo que tú quieras.

Puerta cerrada. Puerta abierta.

Ese es el sentido simbólico (o eso espero o voy a quedar fatal) y lo comparto al cien por cien.

Si me voy al sentido literal, en cambio, no puedo estar más en desacuerdo.

Cómo escribir: puerta abierta o puerta cerrada.

Yo puedo escribir con la puerta abierta. Literalmente. Puedo escribir con voces, música, la tele encendida, en plena calle o, como J.K. Rowling y tantos otros antes que ella, en una cafetería llena de gente. Lo he hecho. Con once o doce años, mis primeros cuentos los escribí en clase, y me refiero a mientras el profesor daba clase. Luego sacaba buenas notas así que a nadie le importaba demasiado que prestara o no atención. Déjame en medio de una fiesta y soy perfectamente capaz de escribirte varios capítulos.

En cambio, cuando llega la hora de la corrección me vuelvo una maniática del silencio. He perdido los nervios por perros en la calle, por ruidos de los vecinos, por el dichoso ascensor o el puñetero soplador de hojas del edificio frente al mío (¿quién inventó ese instrumento del diablo?). Me obsesiono tanto con el silencio y la concentración que soy incapaz de corregir un párrafo si hay alguien en casa, y he ahí la explicación a por qué tardo tanto en publicar novela nueva.

Así que, si de mí dependiera, no es que cerrase la puerta para corregir, es que desearía perderme en una isla desierta. Sin pájaros. Y sin olas. Y sin viento en las palmeras. Y sin animales correteando por ahí.

En fin, puertas abiertas y puertas cerradas y una loca tras cada una de ellas.

Supongo que cada escritor tiene sus manías, ¿verdad? Como todo el mundo, al fin y al cabo.

¿Qué hay de vosotros, os cuesta concentraros o solo necesitáis silencio absoluto en algunas ocasiones? Por favor, decidme que no soy la única con manías como esta.

Un abrazo, y felices lecturas.

6 Comentarios

Rachel
Responder
abril 27, 2022 at 12:11 pm

Yo puedo escribir, como tú, en cualquier lugar, aunque sea un bar lleno de forofos de fútbol. Para corregir necesito algo de sonido ambiento, y suelo escuchar música clásica, o irme a un parque tranquilo. Pero la última revisión, esa antes de publicar la novela, sí me gustaría irme a la isla desierta que dices.

Un gran artículo!

Natxo
Responder
abril 27, 2022 at 12:15 pm

Me suelo concentrar más con mínimo ruido o con la radio o televisión encendida y si estoy en pleno silencio todo lo contrario

FERNANDO
Responder
abril 27, 2022 at 12:56 pm

Yo necesito tranquilidad y silencio absoluto, tanto para escribir como en la fase de corrección. Como vivimos en un mundo decibélico, apenas lo consigo (estoy valorando muy seriamente mudarme a un mausoleo, a ver si hay más suerte).

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