Ya no me tiemblan las manos, pero lo hicieron durante horas, me creáis o no. Recientemente he pasado por uno de los peores momentos a los que me enfrento durante la escritura de una novela, y todavía siento el nudo en el estómago.
¿De qué demonios estoy hablando?, te preguntas.
De la primera lectura. No la mía, no, la primera vez que alguien lee el manuscrito definitivo de la novela.
He pasado por ello cuatro veces, ya, y la cosa no mejora.
Terror.
Envío el manuscrito de mi novela, después de En el punto de mira, Sangre en las manos y Zed está muerto (¿no los has leído? ¿Y a qué esperas?), a mi lectora cero, correctora, crítica, todo junto. Y amiga, demos gracias. Pulso el botón de enviar en el correo electrónico y finjo que no ha pasado nada.
Hasta que unos días después me envía el resultado. Me avisa por un WhatsApp: “Tienes un correo”. Así, como si nada. Y empiezo a temblar.
Porque, para mí, este es el momento más difícil a la hora de publicar una novela.
Cuál es la función de los lectores cero
Tú escribes una novela. Pasas con ella meses, años, la escribes, la corriges, la corriges, la corriges, la corriges, conoces al dedillo cada frase y a cada personaje, cada giro y, por supuesto, el final.
Llega un momento en el que ya ni siquiera lees lo que pone, tu cerebro lo sabe y se adelanta.
¿Puedes ser objetivo en esas circunstancias?
Respuesta: no.
Llegados a este punto, puedes creer una de estas dos cosas:
- Has escrito una obra maestra y te van a mandar el Nobel por correo. (Respuesta: 👆👆👆)
- Has escrito una basura y deberías quemarla y dedicarte a otra cosa. (Respuesta: que te lo digan los lectores cero)
Eso es lo que hacen, precisamente, devolverte a la Tierra.
Un lector cero que sepa hacer bien su trabajo leerá tu obra, la analizará, te dirá lo que falla y te dará un punto de vista objetivo y profesional al que tú no puedes aspirar en la vida.
¿Ahora entiendes que me ponga nerviosa?
El lector cero es la primera persona que va a leer esa novela en la que tanto esfuerzo has puesto. La primera persona que cuenta, al menos, porque aunque yo no se la dejo leer a nadie antes que a ella, hay gente que sí se la presenta a una persona de confianza o miembros de su familia.
Spoiler: la opinión de tu madre no es objetiva.
En mi caso, mi lectora cero es la primera, y me fío de ella con los ojos cerrados, que para eso está.
Si me dice que algo está mal lo arreglo sin dudarlo, y si me dice que algo está bien, lo dudo completamente. Qué le voy a hacer, yo soy así.
Tras el informe de los lectores cero
Es un momento aterrador, ya lo imaginas. Que pueda haber encontrado fallos que tú ni has imaginado, que te diga que la novela es horrible, que tengas que cambiar tantas cosas que mejor escribes otra cosa, que esté tan mal que mejor abandonas del todo.
Los peores temores se acumulan en tu cabeza en el instante en que abres el informe.
Puede que tu trabajo de años acabe en la basura.
Puede que tu trabajo los próximos meses gire alrededor de corregir ese desastre.
O puede que no, que no sea para tanto, que esté bien, o mejor que bien, o que el Nobel esté en camino… ¿Por qué me resulta tan difícil imaginar, siquiera, una respuesta positiva?
Es un momento aterrador, pero también ilusionante, porque es uno de los últimos pasos. El primero de los últimos pasos. La novela ya existe de manera oficial. Alguien la ha leído. Ahora vendrán los últimos retoques, la maquetación, la portada… Detalles nimios comparados con lo que has pasado hasta ahora.
Ya casi has llegado a la meta.
Solo tienes que reunir el valor para abrir ese puñetero informe.
¿Alguna vez has sentido un miedo así, mezclado con ilusión, con ganas, con negación, con…?
Un abrazo y felices lecturas.