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Reseña de Hambre asesina, de Frank Schätzing

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Hambre asesina, Frank Schätzing

Hambre tenemos todos: Inka von Barnek, de sexo, Fritz von Barnek, de dinero y más dinero, Romanus Cüpper de todo lo comestible, y los leones del zoo de Colonia de distracción. Cuando Inka aparece muerta todos consiguen lo que querían, aunque no de la manera que esperaban. Una brillante incursión en el género negro del polifacético escritor Frank Schätzing, el aclamado autor de El quinto día.

Lo bueno

  • El puzle clásico del género negro en el que todo el mundo es sospechoso y todo el mundo tiene motivos
  • Los giros que llevan al lector a sospechar de todo el mundo
  • El final

Lo malo

  • Los personajes

Hambre asesina, una rica historia con personajes pobres

Escribo esta reseña con el corazón roto (bueno, tampoco tanto, pero ya me entendéis) porque soy muy muy fan de las novelas de Frank Schätzing. Tanto El quinto día como Límite me parecieron magníficas en su momento, y cuando me enteré de que el autor había publicado una novela de género negro, me volví loca para leerla.

Ojalá no lo hubiera hecho.

Simplemente, no consigo comprender cómo un hombre acostumbrado a escribir novelas de ciencia ficción que superan las mil páginas y en las que se entrecruzan chorropecientos personajes, puede meter la pata de esta manera en una historia negra de menos de trescientas. No lo entiendo. La historia está bien, los giros son correctos, las sorpresas están bien elaboradas y juegan con el lector como deben, pero los personajes parecen escritos por un niño de colegio. Se mueven entre el cliché más aburrido y el extremo absoluto, histriónico. Cada afición se convierte en una compulsión, cada característica personal es una obsesión enfermiza. Las constantes, constantes, constantes alusiones a la comida por parte de todo el mundo, pero sobre todo por parte de los propios policías, que se dedican a robar fruta de las escenas de los crímenes y a leer libros de recetas al lado de un cadáver son para echarse a llorar (que sí, que está bien querer convertir la afición a la gastronomía en un rasgo distintivo, pero hay formas y formas). Hay ejemplos de comportamientos tan estúpidos e inocentes que ni por asomo resultan creíbles. De hecho, ni uno solo de los personajes resulta creíble.

Y si eso es así, todo lo bien que esté dibujada la historia deja de importar.

El autor: Frank Schätzing

Frank Schätzling nació el 28 de mayo de 1957 en Colonia, Alemania. Ha trabajado como publicista, productor musical y escritor.

Ha escrito varias novelas de ciencia ficción y también se ha adentrado en el género del suspense, el terror y el thriller.

La trama

Inka Von Barmeck, la esposa de un empresario multimillonario de Colonia, aparece degollada en su apartamento, y como moscas a un cadáver, los sospechosos comienzan a aparecer por todas partes. La socia de Inka se acababa de pelear con ella, y su sociedad está en peligro. El marido lo es tan solo a nivel oficial, pues la pareja lleva años sin dirigirse, prácticamente, la palabra. La hija de Inka odiaba a su madre sin tapujos. La secretaria del marido oculta algo. El propio marido oculta un doble secreto.

El investigador Romanus Cüpper, recién divorciado, está a cargo de la investigación, y tendrá que distinguir cuál de todos estos motivos, si alguno, fue el que acabó con la vida de Inka.

Los personajes

Casi podría limitarme a definir cada uno de los personajes de la novela mediante su compulsión, pues es lo que ha hecho Frank Schätzing. No hay profundidad ni detalles ni interés, tan solo una afición que enarbolan como una bandera y a lo que se ciñe toda su personalidad.

  • Romanus Cüpper. La comida. El inspector de la policía de Colonia no piensa en otra cosa, en comida y en encapricharse de cada personaje femenino que aparece en la novela. Te lo venden como un superpolicía capaz de encontrar pistas que los forenses no han localizado junto a la víctima (¿?) pero luego tarda 30 páginas en descubrir la solución del caso que tiene ante sus ojos y que el lector ha visto al vuelo.
  • Rabenhorst: Su madre. El asistente de Cüpper pretende ser el Watson de Holmes, pero le falta profundidad, interés y algo que lo defina. Su mayor característica, una madre histérica sin pies ni cabeza.
  • Fritz Von Barmeck: El dinero. El marido de la fallecida es el cliché del empresario frío que tan solo se interesa por sus negocios y el dinero.
  • Max Hartmann: El bueno. No es que lo diga yo, es que te lo repiten todos los personajes hasta que le coges manía. Hartmann es el doble de Von Barmeck, un hombre de asombroso parecido con el millonario al que este contrata para que lo sustituya en reuniones, citas y otras actividades que puede considerar peligrosas.
  • Marion Ried: La hija rebelde (y estúpida). La hija de Inka odiaba a su madre y se comporta como una adolescente para demostrar una y otra vez lo diferente que es de ella. Pese a que apenas ronda los veinte años, se convierte en una de las obsesiones amorosas del policía.
  • Eva Feldkamp: La mujer fatal. La asistente de Von Barmeck es el cliché de mujer fatal durante la mayor parte del libro, alternando su interés entre Von Barmeck, Hartmann y el propio Cüpper.

En resumen: Hambre asesina

Escrita con un cierto sentido del humor y basada hasta la insistencia en hacer del título una definición, Hambre asesina ofrece una historia muy bien elaborada, la investigación de un asesinato lleno de sospechosos y pistas falsas que, como debe ser, lleva al lector de un culpable a otro dando bandazos.  Hasta ahí, muy bien.

Desgraciadamente, los personajes no acompañan esta buena trama. Sin profundidad, sin esquinas, totalmente planos y definibles cada uno de ellos mediante una única palabra.

Qué lástima.

Aun así, es un libro corto y entretenido, sin duda, que se lee en dos tardes, así que, si te apetece una lectura ligera, tampoco lo descartes.

Recuerda que puedes comprarlo en librerías o en Amazon

Un abrazo, y felices lecturas.

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