Ana
«Sé recibir y aguantar golpes como nadie, es la realidad, no es fácil tumbarme.»
Años atrás, Ana Tramel fue una brillante penalista a la que se disputaban los mejores despachos. Un oscuro suceso en su pasado cambió su vida y ahora pasa sus días entre recursos administrativos en un mediocre bufete, ahogándose en un vaso de whisky. Pero su vida da un vuelco cuando su hermano Alejandro, con el que no habla desde hace cinco años, la llama angustiado. Ha sido detenido por el asesinato del director del Casino Gran Castilla.
Ana pide ayuda a su jefa y vieja amiga, Concha. Necesita la estructura y recursos del despacho para llevar adelante una defensa en la que tiene prácticamente todo en contra. Acompañada de un peculiar equipo (un viejo investigador, una abogada novel y un becario ludópata) se enfrentará a las grandes empresas del juego.
Lo bueno
- Ana, por Dios, Ana es brutal
- Todas las tramas y subtramas hiladas entre sí
- La escritura impecable
- El equilibrio entre acción y reflexión
- La documentación. Habría jurado que el autor se dedicaba al derecho. Pero no.
Lo malo
- El final te deja con ganas
Ana. ¿Qué puedo decirte de Ana?
Cambiar de opinión es una de mis especialidades. Lo hago a todas horas. Y me va bien así.
Ana sufre el síndrome House. ¿Recuerdas ese médico televisivo, absolutamente insoportable, que no querrías encontrarte ni de broma en el mundo real, pero que te enganchó delante de la tele? Pues esa es Ana. Insufrible en persona, maravillosa como personaje.
Alguna vez he oído que todas las historias ya están contadas, que lo que importa es cómo se cuentan. En este caso es verdad, la historia de una abogada en sus horas más bajas que se ve forzada a regresar a la lucha, la historia de David (un David muy pequeñito) contra un Goliat gigantesco, son historias que ya hemos leído mil veces. Lo que importa es cómo nos las cuentan. Y Roberto Santiago las cuenta de manera impecable. Créeme.
Ana es el personaje alrededor del que gira toda la novela, desde el título (más concreto, imposible), hasta cada hecho, cada acción, cada pensamiento, todo es Ana, y por eso no podía ser de otra manera que el libro esté escrito en primera persona. Porque lo que importa es ella, su vida, su pasado, su futuro y, sobre todo, su presente. ¿Quién no va a engancharse al día a día de ese desastre de mujer?
Y antes de entrar en materia quiero recalcar un detalle, la documentación. Extrema e impecable. Sin saber yo misma ni una palabra de derecho, me he creído cada una de las escenas, pero es que, tras consultar con expertos del ramo, me han confirmado cada proceso, cada palabra, cada trámite. Mis felicitaciones a Roberto Santiago. Así es como se hace.
Hoy te hablo de una novela larguísima que se hace corta, de una historia de abogados que mezcla toques de thriller y novela negra. Hoy te hablo de Ana.
El autor: Roberto Santiago
Roberto Santiago, nacido en Madrid en 1968, es un hombre que toca todos los palos literarios que se le presentan: guionista, dramaturgo, escritor y, por si fuera poco, director de cine. ¿Qué más quieres?
Si nos enfocamos en su carrera como novelista, hay que destacar su trabajo como autor de gran cantidad de obras infantiles y juveniles, con las que ha acumulado varios premios del género, y, sobre todo, su serie Futbolísimos, que representa un fenómeno superventas en todo el mundo y que va a ser llevada al cine próximamente.
Ana, aunque no lo parezca, es su primera novela para el mercado adulto.
La trama
Nos encontramos con una clásica novela de abogados, pincelada por una enorme cantidad de subtramas que se van entrelazando y le dan profundidad e interés al asunto principal
Ana Tramel es una abogada que, tras años de éxito profesional, se encuentra en sus horas bajas. Hace años que dejó el derecho penal y ahora trabaja en una pequeña empresa reclamando multas de tráfico. Es adicta al alcohol, las pastillas y el sexo, y no tiene el menor interés en salir de ese pozo.
Una mañana, por desgracia para ella, recibe la llamada de su hermano Alejandro, el único miembro que le queda de la familia, y con el que no mantiene ningún contacto. Alejandro ha sido un desastre toda su vida y Ana se cansó de cuidar siempre de él, pero va a tener que hacerlo de nuevo, porque Ale, como ella lo llama, ha sido acusado de asesinar al director de uno de los mayores casinos de Madrid, y todas las pruebas están en su contra.
Ana acude a su jefa y amiga, Concha, para utilizar los recursos de la empresa en la defensa de su hermano, pero hay un problema, la empresa se está hundiendo, Concha va a cerrar y están todos en la calle.
No es el único problema que se va a encontrar Ana en esta historia, ni siquiera el mayor. No. Ana va a enfrentarse a la mayor corporación nacional del juego, con todo su poderío y sus millones, y esta gente no se detendrá ante nada para acabar con ella.
Ante nada.
Los personajes
Como he dicho antes, en Ana encontramos un montón de tramas y subtramas entrelazadas y, por lo tanto, encontramos también un montón de personajes. Personajes en la acusación y en la defensa, podríamos decir, personajes que están de su lado, que están en su contra, unos que saltan de un lado a otro y otros que no se sabe de qué lado están. Y como me da miedo desvelarte cuál pertenece a qué grupo, creo que me voy a limitar a darte datos sueltos sobre algunos de ellos.
Ana Tramel. Decir que Ana es una antiheroína es una verdad y, aun así, se queda corto. Ana cumple con los requisitos para tal apelativo, pero es mucho más. Ana es una máquina, así la describen quienes la conocen, una máquina en el sentido de su éxito profesional y también en el sentido de su actitud hacia el resto del mundo; a Ana no le gustan demasiado las demostraciones de afecto, no confía en nadie y no le gusta la gente, en general.
Hace años, Ana tenía todo lo que podía desear, pero algo ocurrió y ahora no tiene nada. Se hundió en su soledad y se refugió en las drogas de farmacia, el alcohol y los hombres, pero el caso de su hermano la obliga a salir de ahí, o al menos a intentarlo, o al menos a intentar intentarlo. No es fácil y ella lo sabe. Y además, qué demonios, tampoco quiere enfrentarse a la realidad. Si huyó de ella, por algo sería.
Uno de los motivos para volver es Helena, la mujer de su hermano. Helena, una polaca guapísima que chapurrea el español, tiene un hijo de dos años, Martin, y sin Alejandro se encuentran en las despiadadas manos de los dueños del casino, que le reclaman las deudas de Ale. Helena es puro amor, pura inocencia, entregada a su marido y, ahora, también a su cuñada.
Para luchar contra ellos, además de todo su equipo, Ana cuenta con Eme, un misterioso investigador con el que ha colaborado desde siempre y que es la única persona del mundo en la que ella confía. Las cosas están claras, ella paga y él trabaja. Fin. Así funciona.
¿Y quién es la cara visible de ese terrible enemigo al que se enfrentan? Pues Emiliano Santonja, un hombre con un grave problema de hiperhidrosis, multimillonario hasta dar asco y que se cree el dueño del mundo. Se puede permitir contratar al mayor bufete de abogados del país, un grupo de profesionales que son igual que él, prepotentes, implacables y poderosos.
El final
No te voy a hablar del final de Ana. Esto es un juicio y, por supuesto, no te voy a contar quién gana, pero a modo personal te diré que me habría gustado que fuera diferente. Aun así está excepcionalmente bien elaborado, te da todas las respuestas y cierra todas las subtramas, quiénes son los buenos, quiénes los malos, qué pasa con unos y con otros.
Por otra parte, la resolución de la vida sentimental de Ana está un poco cogida con pinzas, si se me permite, teniendo en cuenta que nuestros gustos son parecidos y creo que no cuela, pero quizá sea cosa mía.
En resumen: Ana
Ana es una novela larga, son 860 páginas, aviso, pero también te aviso de que no lo vas a notar, al contrario. Es de esas novelas que enganchan y a la que acudes cada vez que tienes cinco minutos libres. A mí me pasó.
Vas a descubrir personajes increíbles, tanto en un bando como en el otro, cada uno con sus secretos y sus historias, unas más comprensibles que otras, pero todas reales. Vas a descubrir que los buenos no siempre ganan y que no siempre la lucha es justa ni limpia ni bonita, pero que si no luchas por lo que crees, ¿entonces qué?
Y vas a conocer a una protagonista de esas que no te abandonan cuando cierras el libro. Ana se queda contigo mucho tiempo.
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Un abrazo, y felices lecturas.