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10 personajes femeninos en la novela negra

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Cada vez hay más escritoras, eso es evidente, y cada vez encontramos personajes femeninos en la novela negra más interesantes, lejos de la pobre víctima inocente y la diabólica femme fatale de los inicios de la literatura negra.

Porque si hace años las protagonistas femeninas se limitaban a la literatura romántica, escrita y protagonizada por y para mujeres, según la mentalidad imperante, a día de hoy encontramos grandísimos personajes femeninos en todos los géneros literarios.

El género negro, digno reflejo de la sociedad, como ha sido siempre, también ha evolucionado para mostrar el cambio de la mujer a lo largo de los últimos años. Ya no nos conformamos con ser personajes secundarios, ahora también somos protagonistas de las historias, de nuestra propia vida.

En ocasiones he hablado de los cinco personajes femeninos que me salvaron la vida, y quizá no haga falta llegar a tanto, simplemente ser una protagonista alejada de clichés y banalizaciones ya es un paso adelante.

Encontramos mujeres en la literatura criminal, del lado de los buenos y de los malos, personajes con matices, que combinan su misión con la visión que tienen de sí mismas en la historia que les ha tocado vivir y en la sociedad que las acoge.

Y lo que nos queda.

Por eso, hoy te presento 10 personajes femeninos en la novela negra, que vinieron para romper viejos estereotipos.

Amaia Salazar, en la Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo

Confieso que solo he leído la primera entrega de esta trilogía, y que no me hizo demasiada gracia, pero eso no quita que tanto la saga como su personaje principal tengan una relevancia significativa en el género negro español. Localizada en un entorno espectacularmente bello y plagado de secretos y leyendas, la inspectora Salazar investiga cruentos asesinatos mientras intenta dárselas de fuerte e independiente. Spoiler: no. Traumatizada por una madre que no la quiso, se aferra con ansiedad a una vida matrimonial perfecta, su marido perfecto y su sueño de una maternidad perfecta.

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Amy, en Perdida, de Gillian Flynn

Amy ha desaparecido. ¿Dónde está Amy? Eso se preguntan sus amigos, compañeros, vecinos y, por supuesto, su afligido esposo, Nick. ¿O no? Nick no parece tener muchas ganas de que su esposa aparezca ya que, según avanzan las páginas, vamos descubriendo que la pobrecita Amy, de pobrecita, nada. Menuda harpía. Cuanto más lejos, mejor. O al menos hasta que las pruebas comienzan a apuntar a Nick como causante de la desaparición de su mujer. ¿O el asesinato? Nick trata de repasar los últimos años de convivencia con su esposa y los últimos días de esta antes de desaparecer para probar que él no es culpable, aunque las evidencias se empeñen en acusarlo.

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Ana Martí, en la Trilogía de los años oscuros, de  Rosa Ribas y Sabine Hoffman

La periodista Ana Martí nos lleva a una España antigua y, en efecto, oscura, una época en la que las mujeres debían quedarse encerradas en casa y en que, si querías ser reportera, debías limitarte a artículos de sociedad y comentarios de belleza para señoritas. Nada de eso detiene las ansias de investigación de este personaje, que aprovecha cualquier oportunidad para echarse a la calle y descubrir la verdad tras diversos asesinatos en un país asfixiado por la dictadura.

Creada de una manera muy realista, tampoco debemos esperar de Ana Martí grandes revoluciones culturales o sociales, simplemente una mujer que trata de vivir su propia vida sin dejar de lado lo que le han enseñado que debe ser.

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Antonia Scott, en la saga de Antonia y Jon, por Juan Gómez-Jurado

Lo mejor de Antonia Scott no es Antonia Scott, es Jon Gutiérrez (opinión personal y subjetiva). Ella es grande, sin duda, una mujer con algún tipo de autismo (de nuevo, creencia personal) que impide que se relacione normalmente con el resto de la humanidad, una inteligencia hiperdesarrollada, que le provoca sus propios problemas, y una capacidad de racionalizar que ya la quisiera yo. Es fría, distante y la mayoría de la gente piensa que está chalada.

A lo largo de las tres novelas de la saga, Reina rojaLoba negra Rey blancovemos la evolución de este personaje, desde el aislamiento depresivo voluntario hasta lo más cercano a un ser humano que esta mujer puede ser.

Porque en un momento dado aparece Jon, su compañero, el contrapunto perfecto para atarla a la tierra y enseñarle lo que significa ser humana y sentir amistad y lealtad hacia otras personas. Qué grande es Antonia, pero qué grande es Jon.

¿Te sorprendes si te digo que Jon apareció en el puesto de Mejor personaje masculino de mi booktag de las mejores lecturas de 2019? Y por partida doble.

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Elena Blanco, en la saga de La novia gitana, por Carmen Mola

Elena Blanco irrumpió hace relativamente poco en el panorama nacional de mano de un seudónimo. No sabemos quién es su creador o creadora (aunque algunos lo sospechamos) y eso me puso de entrada en su contra. ¿Para qué recurrir a esa técnica de marketing obsoleto e innecesario? Porque Elena Blanco es uno de los grandes personajes femeninos en la novela negra, y su saga, La novia gitana, La red púrpura y La nena, pese a los altibajos, resulta lo bastante buena para no necesitar más efectos.

Elena Blanco es investigadora jefe en un departamento policial de élite. Lo mejor de lo mejor, se supone, y los casos a los que se enfrentan son de poner los pelos de punta. Sobre todo porque Elena Blanco debe convivir con un pasado traumático, una familia millonaria y exigente y un hijo pequeño desaparecido. Menos mal que siempre están los vicios que nos permiten seguir adelante, la grappa, los karaokes y los encuentros sexuales fortuitos a bordo de grandes jeeps.

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Erica Falk, en la saga de Los crímenes de Fjällbacka, por Camilla Läckberg

Erica Falk no es una antiheroína, es una protagonista a su pesar. Erica solo quiere vivir su vida tranquila, con su marido, sus hijas y su trabajo como escritora de biografías. Y nada más. Eso es lo único en lo que piensa (constantemente). Lo malo es que el pequeño pueblo de Fjällbacka es más agitado que Nueva York, y no hay día en que no aparezca un cadáver relacionado, más o menos, con Erica y su familia. Y no es que ella quiera investigar, es que una cosa lleva a la otra y…

Hace tiempo que abandoné esta saga, después de Los vigilantes del faro, pero hay que admitir que esta protagonista representa un cambio de paradigma respecto a los demás personajes femeninos a los que estamos acostumbrados en la novela negra. Es una mujer normal que solo sueña con ser un ama de casa normal.

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Lisbeth Salander, en la saga Millenium, de Stieg Larsson

Con la cantidad de años que hace que leí estas historias (las originales, para las siguientes no he encontrado el momento) y aún recuerdo a Lisbeth con enorme cariño. No voy a decir que nos parezcamos, en absoluto, pero ella fue una de las primeras protagonistas con las que podía identificarme aunque fuera de lejos. No era una femme-fatale ni una pobre víctima indefensa. En absoluto. Punk, tatuada, bisexual, hacker, con una mala leche digna de premio y dispuesta a llevar su venganza hasta donde hiciera falta. ¿Que ayudaba a los buenos? Sí, pero todos sospechamos que igual podía haber estado en el otro lado. Al fin y al cabo, Lisbeth solo pretende sobrevivir por sí misma y que la dejen en paz.

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Miss Marple, en la saga de su mismo nombre, por Agatha Christie.

Vayamos a los orígenes, la señorita Marple, esa anciana gafe que no puede salir de su casa sin encontrarse un cadáver y no puede ver un cadáver sin entrometerse en lo que le ocurrió y por qué. Fisgona, algo desesperante, pero, sin duda, resolutiva, la señorita Marple representó uno de los primeros ejemplos, si no el primero, en el que una mujer dejaba de ser la víctima de un crimen o la chica guapa de la historia para convertirse en la investigadora. Sin grandes efectos, ni bajos fondos, descubrimos a una protagonista que se mueve en un pequeño pueblo inglés, con su cura, su policía y sus vecinos, todos conocidos y llenos de secretos.

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Petra Delicado, en la saga de su mismo nombre, por Alicia Giménez Bartlett

Uno de los primeros personajes femeninos en la novela negra en castellano, la inspectora de policía Petra Delicado. A lo largo de doce novelas, descubrimos a un personaje complejo y lleno de matices. Dos veces divorciada, abiertamente feminista, se aferra a su libertad y su independencia con uñas y dientes. También es capaz de enfrentarse a cualquiera aunque sea a hostias, peca de borracha y dejada, pero compensa estas virtudes con una fina ironía y un sentido del humor que se revela en las conversaciones con su ayudante, Fermín Garzón. Un personaje que vale la pena conocer para descubrir de dónde vienen los demás en este país.

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Kathleen Addams, en la saga de El Fantasma, por una servidora

¿Recuerdas aquella canción que decía “It’s my party and I cry if I want to“? Pues it’s my blog y meto al Fantasma if I want to 😅😅.

Espero que me disculpes, pero creo que este personaje merece estar aquí, porque pocas veces habrás visto una asesina a sueldo como protagonista de una novela, y menos aún, una que asesine con un rifle de francotirador desde cientos de metros de distancia y a la que la policía lleve tanto tiempo persiguiendo que hasta le han puesto un apodo, El Fantasma.

Y pese a todo esto, ¿crees que ella es la mala de la historia? Bueno, puede que sí o puede que no, o puede que sí pero que eso no sea tan relevante. La vida no es blanco o negro, y esta mujer, con un trabajo normal que le sirve de fachada legal, con sus amigos y fiestas de cumpleaños, con su amante y sus problemas familiares y su sueño de encontrar la paz, puede ser mucho más de lo que aparenta.

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¿Qué te parecen estas protagonistas? Seguro que se te ocurren otros tantos personajes femeninos en la novela negra que merecen aparecer aquí, buenas, malas, villanas o heroínas. ¡Cuéntamelas!

Un abrazo, y hasta la semana que viene, lectores.

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